Un proceso de Coaching se basa en una o varias conversaciones (sesiones) donde el rol del Coach es identificar y sacar a la luz de su cliente, los obstáculos (emociones, estados de ánimo, juicios, creencias o miedos) que están impidiendo pasar al cliente, del estado actual (situación presente) al estado deseado (meta u objetivo a alcanzar).

Es importante destacar que el cliente debe tener claro cuál es su objetivo a alcanzar, que el proceso de aprendizaje es personal, confidencial y que dependerá del compromiso del cliente para reflexionar sobre nuevos horizontes y llevar a cabo las acciones que se diseñen al final de la conversación.
Las sesiones personales tienen una duración de aprox. 50 minutos donde a través de preguntas el Coach guía al cliente hacia encontrar su propia respuesta y su propio plan de acción.
Solemos contar con los recursos necesarios para alcanzar nuestros objetivos sin embargo, muchas veces las limitaciones están en nuestras creencias, en nuestra falta de confianza, en nuestros miedos. La tarea del Coach es desafiar estas historias internas para identificar si realmente estas limitantes están fundamentadas y guiar al cliente hacia encontrar nuevas formas de gestión tanto de sus emociones como de sus recursos.

Los procesos de Coaching son útiles para resolver problemas ó desafíos pero también para maximizar y potenciar resultados.
Dado que el Coaching trabaja y opera directamente sobre las personas, es aplicable a todos los ámbitos y es transversal a todas las disciplinas ya que cuando hablamos de Coaching, hablamos de transformarnos a nosotros mismos para generar cambios en nuestros entornos.
Por ello, un proceso de Coaching impartido por un profesional calificado, y dependiendo del compromiso del cliente, SIEMPRE es un aprendizaje que se aplica de forma inmediata en nuestra vida cotidiana.